Mi reciente post «Reimaginando la cooperación internacional» ha generado una interacción muy valiosa, tanto aquí en LinkedIn como en otras plataformas. Algunas preguntas y reflexiones que surgieron me parecen sumamente pertinentes para profundizar en este debate, y quiero aprovechar este espacio para comentar sobre ellas.
En conversaciones dentro de la Red de Aprendizajes de Acápacá y en cursos organizados con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, he compartido algunos puntos de partida que considero fundamentales. Varios de estos tienen una relación directa con las cuestiones planteadas en este intercambio que se ha generado.
Antes de entrar en detalle, quiero subrayar que este debate busca poner en el centro al actor cooperación internacional como un sujeto de análisis crítico, sin caer en visiones binarias de “bueno” o “malo”. Desde este marco, quiero abordar algunas de las inquietudes planteadas:
1. El patriarcado en culturas precoloniales
Es cierto que las dinámicas de poder, opresión y jerarquía no nacieron con la colonialidad. Sin embargo, la colonización reconfiguró y profundizó muchas de estas prácticas, consolidándolas en sistemas más estructurados de dominación. Por ejemplo, Aníbal Quijano argumenta cómo la noción de “raza” introducida por la colonialidad estableció una herramienta clave para justificar y perpetuar jerarquías de poder. Así, el patriarcado colonial se superpone y amplifica las opresiones preexistentes, creando una matriz de dominación más compleja y duradera que favorece los intereses de grupos particulares.
2. Relación “donante-recipiente” y horizontes éticos
Se plantea una tensión crucial: ¿cómo construir relaciones más horizontales sin comprometer principios éticos como la transparencia, la corresponsabilidad y la participación? Creo que la respuesta está en fomentar procesos de co-creación, donde las comunidades sean actores centrales y no solo receptoras. Esto implica cuestionar estructuras de financiamiento que perpetúan jerarquías y explorar prácticas basadas en la reciprocidad. La confianza debe ser el punto de partida para superar la visión de control que muchas veces define estas relaciones.
3. Sobre el término «Sur Global»
Reconozco que esta categoría puede parecer una generalización que diluye la diversidad de contextos, por eso me gusta hablar de sures. No obstante, el término no busca ser una definición cerrada o dogmática, sino una herramienta conceptual para visibilizar desigualdades históricas y estructurales en las relaciones de poder globales. Más que algo estático, su utilidad radica en abrir espacios para reflexionar sobre las asimetrías que persisten entre lo que se ha denominado como norte y sur del mundo.
4. El rol transformador de la cooperación internacional
Ante la pregunta planteada: ¿Puede un sistema históricamente desigual convertirse en agente de cambio? No hay una respuesta simple, pero creo que la cooperación internacional ha tenido y sigue teniendo un potencial, por supuesto, si se redefine desde una perspectiva autocrítica, cuestionando las dinámicas de poder que se han venido perpetuando. Por supuesto, las transformaciones profundas no pueden darse sin los movimientos sociales y liderazgos comunitarios que impulsen los cambios desde sus comunidades. La decolonización no es un proceso que pueda imponerse «desde arriba», pero sí puede encontrar aliados en sectores que están dispuestos a cuestionar y transformar sus propias lógicas.
5. Superar contextos patriarcales y abusivos
Romper con sistemas patriarcales y dinámicas abusivas es quizás el reto más complejo. Implica trabajar simultáneamente en la transformación de sistemas globales y en las estructuras comunitarias que perpetúan estas lógicas. Es crucial adoptar un enfoque integral que conecte la justicia de género con la justicia social y ambiental, reconociendo que la explotación de las mujeres, la naturaleza y las comunidades están intrínsecamente entrelazadas. Esto no solo busca transformar estructuras, sino también retar mentalidades, normas sociales, y desnaturalizar todas las formas de violencias y subordinación.
6. Incorporar el cuidado como práctica política
También se comentó sobre la necesidad de ampliar alrededor de la política del cuidado. Como resalta Rita Segato, debemos entenderla y asumirla como una herramienta de resistencia frente a las lógicas extractivistas y mercantilistas, priorizando la sostenibilidad de la vida sobre los resultados cuantitativos o el simple lucro. En la cooperación internacional, esto implica rediseñar intervenciones que coloquen a las personas, comunidades y la casa común en el centro, reconociendo sus saberes y necesidades, y fomentando prácticas justas en lugar de extractivas.
Adoptar una política del cuidado requiere transitar del «hacer por» al «hacer con», promoviendo la solidaridad, fortaleciendo los comunes (las prácticas comunitarias, actuando más en comunidad) y cuidando a quienes sostienen las dinámicas de cuidado desde una mirada holística. Es un cambio profundo que desafía las dinámicas de poder tradicionales, anclando las intervenciones en un compromiso ético con la dignidad humana y la sostenibilidad de la vida en todas sus formas, es decir, una práctica que debe ser compartida y que reconoce la interdependencia entre las personas, las comunidades y el entorno, la naturaleza.
Muchas gracias por sus preguntas, sus planteamientos, dado que todos estos puntos nos recuerdan que la decolonización y la despatriarcalización no son solo debates académicos o teóricos, sino procesos de transformación profunda acompañados de prácticas concretas. Requieren humildad, autocrítica y un compromiso ético colectivo sostenido. La cooperación internacional, aún con todos los desafíos que enfrenta, sigue teniendo un rol crucial que jugar si logramos reimaginarla desde la reciprocidad, el cuidado y el respeto mutuo.
#CooperaciónInternacional #Decolonización #Feminismo #JusticiaGloba
Damaris R.
Directora para Centroamérica en We Effect y Co-Presidenta de AcáPacá
Reimaginando la cooperación internacional desde los sures
En este artículo, quisiera explorar un poco más sobre la oportunidad que nos ofrece el debate sobre la decolonización de la cooperación internacional, utilizando como referencia las propuestas de Aníbal Quijano y Rita Segato.
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